martes, octubre 10, 2006

La doble visión


Tengo dos visiones del mundo:

1- Anarquía para llegar al caos y empezar de nuevo.
2- La primera opción no es posible, intentemos suavizar los efectos nocivos del sistema donde vivimos.

Es verdad: estoy en contra del sistema. Muchas veces rabio de ira, la razón me abandona y tiendo a dejarme ir por el ímpetu destructivo que se engendra en mis entrañas cada vez que veo la perversión del sistema que nos mueve. Telediarios con noticias totalmente alteradas y fascistamente subjetivas, presentadores de coca hasta las cejas mostrando a la juventud como ser estúpido y anoréxico, cómida basura, perversión de la magnitud temporal para que vivamos engañados anhelando sueños que no son nuestros, injusticias y más injusticias, caridad alimentadora de egos que solo legitima un sistema que se regocija al ver como se va retroalimentando, inconsciencia del ser y de uno mismo, consumismo enajenador y autodestructivo, en fin, ¿a quién no le vienen ganas de quemar una sede de esos malditos partidos políticos o la central de una de esas cadenas de televisión fasciszoides?

Me trago la ira y la reconvierto en algo creativo. Lo único que podría cambiar este vicioso sistema sería una revuelta anarquista, una revolución sin color, ni rojo ni negro, porque la anarquía no se puede capturar ni en una bandera ni en un partido político, porque en hacerlo pierde su razón de ser. La gente se tendría que hartar de políticos de izquierdas y de derechas, de congresos y parlamentos que funcionan por y para el dinero (que no es el pueblo, a menudo lo confunden), de elecciones aparentemente libres, de políticos que hablan para conseguir poder y se han olvidado ya a quién tienen que servir: tendríamos que alzarnos guiados por la anarquía individual; dejémonos de idealismos. Dejar de creer en la democracia y en la dictadura, dejar de creer en lo que nos rodea, hacer un ejercicio de auto renovación ética y moral y llevar a cabo una renovación física. ¿Cómo? La eliminación masiva de bases de datos de las grandes corporaciones financieras y gobiernos sería una muy buena opción, la destrucción de todo el tejido productivo relacionado con el petróleo sería otra…Pero, obviamente, esto no es posible.

¿Qué nos queda? A vosotros no sé. Por lo que a mí respecta sí lo sé. Puedo teorizar sobre lo que tendría que pasar y no pasa, pero esto sirve para alimentar mi propio yo en el fondo…Es mas constructivo para mí y para la sociedad enfocar toda esa ira contra este sistema y transformarla en ideas que suavicen sus efectos destructivos. Ya veis, voy a ser economista. ¿Un economista pensando en la revuelta anarquista? No es posible… Pues sí. Supongo que cuando escogí lo que escogí me moví por intuición cuando realmente no sabía donde me estaba metiendo. Pero resulta que acerté. El mundo está muy mal, pero si decidimos morirnos de rabia y asco cada vez que vemos algo que nos disgusta acabaremos locos, dementes…directos para el manicomio, o en el monte viviendo con cuatro cerdos y una pequeña huerta que será la perdición de nuestros hijos (en caso que decidamos tenerlos…).

Así pues, intentemos crear de nuevo lo destruido, hablemos por la naturaleza en clave humana para evitar su enfado, miremos de ralentizar la destrucción de la fauna y la flora… Yo voy a utilizar mis conocimientos, mi empeño y mi alma para hablarle al hombre de parte de la naturaleza, pero con el lenguaje del hombre: la economía. Algunos podéis pensar que poco tiene que ver la economía con la naturaleza, pero erraríais: el hombre creo la economía para explicar el comportamiento del hombre en frente de lo que le rodea asumiendo que el ser humano se mueve por su propio interés, alimentándose de la naturaleza y sus recursos para saciar el apetito del voraz sistema. Creó una forma de justificar las relaciones entre seres humanos que ha superado y eclipsado a muchas otras disciplinas encaminadas a lo mismo pero que no hablaban en el idioma del consumismo: el del dinero. Entonces, ¿Qué tiene que verla economía y la naturaleza? Mucho. Se pensaba y teorizaba pensando en la naturaleza como un ente infinito, pero esa visión debe cambiar si no ha cambiado ya: la naturaleza ya no es infinita y todo lo que le quitamos o dañamos ya no es gratis; implica un coste social. En el momento en que hay un coste social hay un coste económico, y en el momento en el que hay un coste económico hay interés. Así pues, solo se trata de canalizar el interés económico y social hacia la protección del medio que sustenta el sistema. Algunos pensaréis: “Esto suena a campañas de sensibilización muy costosas y poco efectivas”, ¡no! Esto ayuda, pero yo estoy hablando de la construcción de modelos económicos de crecimiento y de producción en los que la naturaleza quede implícita en la contabilidad y sea tratada como lo que es, algo por lo que se tiene que pagar si es dañado; si una empresa incurre en altos costes por contaminar un río, aprenderá a producir sin contaminar para ser más competitiva, porque el contaminar un río ha pasado de ser gratis a ser un coste para la empresa. Ésta es la idea.

Con toda esta disertación a lo único que quería llegar es que tenemos que intentar trabajar para que los mecanismos del sistema sean un poco más suaves y reducir la perversión que nos rodea, aunque si se da la oportunidad, ¿Por qué no crear el Caos?
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